Al leer esta parte de la transcripción de una cinta de Barry Long ... ¡no cabía en mí del asombro! ... ¿Cómo lo sabe? O ¿de dónde lo saca? … ¡sepa!
... pero yo ya lo verifiqué con mi corazón y es verdad la parte en la que dice:
“Originalmente, hace alrededor de doce mil años, los cuerpos individuales de los hombres y las mujeres estaban permanentemente rodeados por una magnifica orbe o aureola dorada.
Esta, irradiando del plexo solar, se extendía visiblemente muy por encima de la cabeza adentro de la tierra y hacia afuera más allá del alcance de los miembros extendidos.
El orbe de la mujer era de un dorado ligeramente más profundo que la del hombre, pero ambas tenían la misma hermosa, sublime y deslumbrante cualidad.
La mujer era puro amor, el polo pasivo sereno del amor espiritual humano sobre la tierra. El hombre el polo positivo activo, también era amor, pero no puro amor en el mismo sentido. Él era el amor de la autoridad pura, el principio masculino, que era el guardián del amor, o de la mujer, o de la tierra.
El amor de él o de ella era responsable de mantener la cualidad divina, dorada del amor entre ellos. El brillo de sus aureolas reflejaba en todo momento la intensidad y la pureza de ese amor.
Su acto de amor físico era extático. La energía divina generada era tan poderosa que después de hacer el amor sus cuerpos o halos se encendían con un esplendor increíble. Esta irradiación autoluminosa del espíritu o amor creado en cada uno por la unión física era la manifestación de su divinidad sobre la tierra.
El hombre y la mujer al principio del tiempo eran dioses, y ellos sostenían la consciencia y la presencia de su divinidad, su no-temporalidad, haciendo el amor físico divino.
El halo o la energía dorada era su medio de comunicación, juntos o separados. Su alcance iba más allá de su contorno visible, y a través de ella cada uno estaba en un continuo contacto imperturbado con el otro, en silencio y quietud, en la consciencia mutua del amor puro.
Con el tiempo, cuando uno de los dos halos necesitaba regenerarse, el hombre y la mujer se atraían juntos, hacían el amor como los únicos polos físicos de consciencia sobre la tierra y se iluminaban y regeneraban de nuevo. Él regeneraba el amor de ella mientras que ella regeneraba el amor de él y su autoridad.
La comunicación entre ellos era tan completa que no había necesidad de hablar.”
Al leer esto … escucha el sonido de tu verdad interior, el eco del conocimiento que una vez tuviste. La parte de ti más profunda y verdadera lo sabe todo.
Que lo comprendas y disfrutes … ¡te lo deseo de todo corazón!