¿Lo entiendes?
Hasta hace poco veía la vida de manera diferente.
Era consciente de que no vivíamos sólo una vez. Pero también creía que esas muchas vidas se daban en cierta forma al azar, como una especie de lucha de “garra y colmillo”, la “supervivencia del más apto”.
Sin embargo, hoy he comenzado a verlo distinto. Me doy cuenta que, una vida, lo menos que contiene es azar. Creo que hay un tapiz gigantesco que enlaza nuestras vidas, minuciosamente. No sé si llamarlo Dios (me parecería un trabajo gigantesco para una sola persona tener que estar al tanto de todas nuestras vidas … jeje), energía o qué, pero hay “algo” que se encarga de que vivamos las lecciones que debamos aprender y ya depende de nosotros (y nuestro “famoso” “libre albedrío”) si las aprendemos y seguimos adelante o si permanecemos en una determinada situación preguntándonos interminablemente … “¿Por qué yo, Dios mío? ¿Por qué me pasa esto? ¿No podría haber sido como fulanito/a, que él/ella sí logró blah?”
Inútil que te hagas esos planteamientos, pues la respuesta es, en realidad muy simple: Fulanito/a se trazó un plan de vida en el que debía aprender la lección que conlleva su vida actual, de la misma manera en que tú trazaste tu propio plan de vida para … aprender.
Verás, creo que antes de tomar un cuerpo, establecemos detalladamente un plan de vida que nos permitirá aprender lo que necesitamos en esa vida. Claro, una vez que estamos en ella, nos olvidamos y bailamos al son que nos toca. Y eso es lo que nos permite que aflore en nosotros el brillo (o el cobre … jeje).
Te doy un ejemplo … yo llegué tarde al reparto de bubies, creo que Dios ya había cerrado el changarro … me habré quedado dormida y, cuando quise acordar … ¡ya se habían acabado! … jaja … Nunca me preocupó, me sentía bien así.
Mis amigas que se han hecho cirugía estética mencionan que un hombre jamás vuelve a mirarte a los ojos, y se ve que a mí me resultan fundamentales los ojos, la mirada para vislumbrar el alma.
La cosa es que, hace no mucho, casi me dejo convencer de que me vendría bien una cirugía. Y fue cuando me di cuenta de que la vida te presenta situaciones de las que puedes aprender algo. Sólo tienes que decidir qué quieres aprender.
Si me hubiera decidido por la cirugía, probablemente hubiera tenido que aprender a vivir conmigo misma, una “yo” para quien lo más importante era la belleza física exterior, la “realidad virtual” del mundo.
Para tomar mi decisión, todo lo que tuve que hacer fue plantearme qué quería. ¿Me importaba ser “aprobada” por alguien más o quería vivir mi vida como realmente la quiero yo y nadie más que “yo”?
Yo había puesto esta lección en mi vida antes de nacer … ¿qué quería aprender con ella?
Reforcé mi confianza en que sucedería lo que tenía que suceder y así supe más sobre la coherencia, que no es posible vivir tu vida diciendo algo y haciendo otra cosa diferente. Y decidí aprender sobre la lección que más me importaba a mí: No necesitar la aceptación de alguien más, tener la certeza de que mis consideraciones tienen importancia por sobre las de los demás.
Hace no mucho salió un comercial (creo que es de la Cámara de diputados) que sintetiza muy bien mi actitud. Dice algo así como … “Yo quiero un México en el que la gente con capacidades diferentes no sean discriminadas y se atrevan a lograr cosas que otros ni siquiera intentan”.
Yo sé que lo de “personas con capacidades diferentes” se le debió ocurrir a algún “inteligente” a quien no le sonaba bien “personas discapacitadas”. Pero siento que eso es lo que distingue a una “persona con capacidades diferentes” (y no me refiero a sólo los que tenemos algún problema físico … jeje): Nos atrevemos a lograr cosas que otros ni siquiera le intentan.
Ese es el por qué las lecciones de alguien más van a ser completamente diferentes a las tuyas o las mías. Nuestras “capacidades diferentes” nos van a permitir a todos y cada uno de nosotros a aprender y lograr algo que los demás ni siquiera le intentan.
Con todo este choro, lo que he querido decirte es: cuando llega una determinada situación a tu vida, no te avientes como el Borras. Relájate unos minutos, averigua qué quieres o debes aprender de eso, hazlo y continúa adelante, evolucionando…
Esta es una de esas cosas que puedo no entender por qué … sólo sé que debía decírtelo. ¿Entiendes tú el motivo?
Era consciente de que no vivíamos sólo una vez. Pero también creía que esas muchas vidas se daban en cierta forma al azar, como una especie de lucha de “garra y colmillo”, la “supervivencia del más apto”.
Sin embargo, hoy he comenzado a verlo distinto. Me doy cuenta que, una vida, lo menos que contiene es azar. Creo que hay un tapiz gigantesco que enlaza nuestras vidas, minuciosamente. No sé si llamarlo Dios (me parecería un trabajo gigantesco para una sola persona tener que estar al tanto de todas nuestras vidas … jeje), energía o qué, pero hay “algo” que se encarga de que vivamos las lecciones que debamos aprender y ya depende de nosotros (y nuestro “famoso” “libre albedrío”) si las aprendemos y seguimos adelante o si permanecemos en una determinada situación preguntándonos interminablemente … “¿Por qué yo, Dios mío? ¿Por qué me pasa esto? ¿No podría haber sido como fulanito/a, que él/ella sí logró blah?”
Inútil que te hagas esos planteamientos, pues la respuesta es, en realidad muy simple: Fulanito/a se trazó un plan de vida en el que debía aprender la lección que conlleva su vida actual, de la misma manera en que tú trazaste tu propio plan de vida para … aprender.
Verás, creo que antes de tomar un cuerpo, establecemos detalladamente un plan de vida que nos permitirá aprender lo que necesitamos en esa vida. Claro, una vez que estamos en ella, nos olvidamos y bailamos al son que nos toca. Y eso es lo que nos permite que aflore en nosotros el brillo (o el cobre … jeje).
Te doy un ejemplo … yo llegué tarde al reparto de bubies, creo que Dios ya había cerrado el changarro … me habré quedado dormida y, cuando quise acordar … ¡ya se habían acabado! … jaja … Nunca me preocupó, me sentía bien así.
Mis amigas que se han hecho cirugía estética mencionan que un hombre jamás vuelve a mirarte a los ojos, y se ve que a mí me resultan fundamentales los ojos, la mirada para vislumbrar el alma.
La cosa es que, hace no mucho, casi me dejo convencer de que me vendría bien una cirugía. Y fue cuando me di cuenta de que la vida te presenta situaciones de las que puedes aprender algo. Sólo tienes que decidir qué quieres aprender.
Si me hubiera decidido por la cirugía, probablemente hubiera tenido que aprender a vivir conmigo misma, una “yo” para quien lo más importante era la belleza física exterior, la “realidad virtual” del mundo.
Para tomar mi decisión, todo lo que tuve que hacer fue plantearme qué quería. ¿Me importaba ser “aprobada” por alguien más o quería vivir mi vida como realmente la quiero yo y nadie más que “yo”?
Yo había puesto esta lección en mi vida antes de nacer … ¿qué quería aprender con ella?
Reforcé mi confianza en que sucedería lo que tenía que suceder y así supe más sobre la coherencia, que no es posible vivir tu vida diciendo algo y haciendo otra cosa diferente. Y decidí aprender sobre la lección que más me importaba a mí: No necesitar la aceptación de alguien más, tener la certeza de que mis consideraciones tienen importancia por sobre las de los demás.
Hace no mucho salió un comercial (creo que es de la Cámara de diputados) que sintetiza muy bien mi actitud. Dice algo así como … “Yo quiero un México en el que la gente con capacidades diferentes no sean discriminadas y se atrevan a lograr cosas que otros ni siquiera intentan”.
Yo sé que lo de “personas con capacidades diferentes” se le debió ocurrir a algún “inteligente” a quien no le sonaba bien “personas discapacitadas”. Pero siento que eso es lo que distingue a una “persona con capacidades diferentes” (y no me refiero a sólo los que tenemos algún problema físico … jeje): Nos atrevemos a lograr cosas que otros ni siquiera le intentan.
Ese es el por qué las lecciones de alguien más van a ser completamente diferentes a las tuyas o las mías. Nuestras “capacidades diferentes” nos van a permitir a todos y cada uno de nosotros a aprender y lograr algo que los demás ni siquiera le intentan.
Con todo este choro, lo que he querido decirte es: cuando llega una determinada situación a tu vida, no te avientes como el Borras. Relájate unos minutos, averigua qué quieres o debes aprender de eso, hazlo y continúa adelante, evolucionando…
Esta es una de esas cosas que puedo no entender por qué … sólo sé que debía decírtelo. ¿Entiendes tú el motivo?
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