Capacidad de asombro
Ahora que estaba escribiendo sobre mi sobrina y su creación del "fefe chú" para "llueve mucho", debo aclarar a mis amigos mexicanos que eso surgió de la necesidad: Buenos Aires es muuuuuuuy húmeda y, en invierno, suele llover mucho.
La cosa es que hace algunos años, mi hijo y yo pasamos algunos meses en Baires, en invierno. Así que, durante las primeras semanas, llovía continuamente o el cielo estaba cargado ... un día, estábamos León y yo caminando y, de pronto, el cielo se despejó y salió un sol divino.
Mi hijo, maravillado, me dijo ... "¡¿mamá, ya viste que aquí el cielo es azul!??!!". Estaba tan asombrado de haber notado el color del cielo que ¡no lo podía creer!!
Y aquí debo hacer otra aclaración, esta vez para los argentinos. No es cierto todas esas historias que se cuentan del DF en el extranjero: no necesitamos máscaras ni tanques de oxígeno para respirar. Pero sí es cierto que el smog es mucho por aquí y, normalmente, pesa sobre la ciudad una masa gris, que hace que el cielo sea del mismo color (gris, nunca azul) y no se vean las estrellas por la noche.
Y esta anécdota me recordó … ¡¡la necesidad de jamás perder algo imprescindible para sentirnos vivos: nuestra capacidad de asombro!!!
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