martes, agosto 22

Luces


Noche oscura, sin luna. Y parecía que también sin estrellas.

Caminábamos en silencio, atentos para no tropezar.

Como siempre, me sentía muy a gusto a su lado. Parecía que el tiempo había cesado su continuo devenir. Sentía que su espacio me envolvía, brindándome esa tan añorada sensación de paz y frescura.

De pronto, ante nuestros ojos, apareció el bello paisaje de la ciudad. Vista desde esa pequeña altura, parecía estar a nuestros pies.

En la negrura de esa noche resaltaban las minúsculas luces encendidas aquí y allá. Se veían también unos focos un poco más potentes. Todo de color amarillento, que se tornaba dorado en instantes.

Del conjunto no sobresalían más que destellos.

“¿Ves esas luminosidades más intensas?”, me preguntó señalando las más brillantes, que se destacaban entre los miles de fulgores diminutos.

“Esos resplandores no son más que los individuales fusionados. Su brillantez proviene de la unión. Debes reunir las luces individuales y juntos formar una luz imponente, que alumbre como faro, marcando el camino.”

Desapareció sin decir más, dejándome allí, pensativa mas no solitaria.


Con el rocío del amanecer vi como una a una las luces se fueron apagando, dando cabida al sol de la mañana, a la inmensa luz que todo lo abarcaba y calentaba, dejando al descubierto la infinita belleza que otrora cubría la noche.