Amor verdadero ...
Cuando el amor verdadero llega a ti, golpea las puertas de tu corazón, sus yemas multicolores tiñen hasta el último rincón de tu alma y tus sueños.
Ese paisaje gris neblinoso que era tu ventana a la vida, de pronto se vuelve tan colorido y brillante, que enceguece.
Los aromas cotidianos nunca te parecieron tan bellos, tan intensos y gozosos.
Las cosas que siempre estuvieron a tu lado pero que no veías, cobran nueva vida, se vuelven manifiestas.
Disfrutas intensamente de la broma más sencilla, del detalle más nimio, del beso de un amigo, de la caricia de un niño … todo te resulta portentoso.
Hace apenas unos días, me decías que no estabas seguro de haberte enamorado alguna vez.
Sentí tristeza por ti.
Si no has podido reconocer el amor … ¡es que nunca has amado!
En realidad, no es tu culpa. Es que el amor verdadero no llega a ti de la nada.
Como todas las cosas maravillosas de la vida, es producto de una búsqueda incansable, que no acepta derrotas. Es el resultado de un escudriñar muy intenso, en el que puedes tener que besar muchos sapos antes de dar con tu verdadera princesa.
El amor verdadero además, no acepta que te des por vencido. Impone que mantengas tus ojos muy abiertos, tus radares aguzados, para que puedas reconocer la más leve señal de que está llegando a ti.
Y ordena también que tengas la valentía de admitirlo, aceptarlo, VIVIRLO …
Ese paisaje gris neblinoso que era tu ventana a la vida, de pronto se vuelve tan colorido y brillante, que enceguece.
Los aromas cotidianos nunca te parecieron tan bellos, tan intensos y gozosos.
Las cosas que siempre estuvieron a tu lado pero que no veías, cobran nueva vida, se vuelven manifiestas.
Disfrutas intensamente de la broma más sencilla, del detalle más nimio, del beso de un amigo, de la caricia de un niño … todo te resulta portentoso.
Hace apenas unos días, me decías que no estabas seguro de haberte enamorado alguna vez.
Sentí tristeza por ti.
Si no has podido reconocer el amor … ¡es que nunca has amado!
En realidad, no es tu culpa. Es que el amor verdadero no llega a ti de la nada.
Como todas las cosas maravillosas de la vida, es producto de una búsqueda incansable, que no acepta derrotas. Es el resultado de un escudriñar muy intenso, en el que puedes tener que besar muchos sapos antes de dar con tu verdadera princesa.
El amor verdadero además, no acepta que te des por vencido. Impone que mantengas tus ojos muy abiertos, tus radares aguzados, para que puedas reconocer la más leve señal de que está llegando a ti.
Y ordena también que tengas la valentía de admitirlo, aceptarlo, VIVIRLO …
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