sábado, enero 7

La creación ... en lo profundo del corazón


Siempre fui muy independiente, movida, desafiante; no paraba un sólo minuto de mi día, el tiempo no me alcanzaba para nada, mucho menos para pensar o filosofar. Pero hace como año y medio me empezaron a pasar "cosas raras": perdí velocidad, me extenuaba fácilmente, bajé de golpe como 10 kilos (lo que se agregó a lo delgada que estaba … ¡parecía una calaca!), las cosas se me resbalaban de las manos, ya no podía escribir (mi letra siempre fue horrible, pero ahora ya ni podía sostener la pluma!), se me nublaba la vista, etc., etc.

Los médicos se hartaron de hacerme análisis (yo más que ellos) y no daban. Claro, con lo que sé hoy en día, me doy cuenta que los médicos ... tienen muy buenas intenciones (recordemos que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones) pero ... Buéh, finalmente me mandaron a hacer una resonancia magnética de cerebro.

Por favor, para que entiendas lo que trato de decir, es importante que tengas el cuadro (get the picture, please!). Una mujer, adulta pero relativamente joven (al que diga lo contrario ... ¡lo mato!), con una salud de hierro, que practicaba deportes y llevaba una vida muy, muy, muuuuuuuuuyyy activa ... de pronto, de la noche a la maña, se encuentra completamente limitada, como "muerta en vida".

Te imaginarás que en ese tiempo, con lo poco que yo sabía de medicina (era administradora de empresas), en el cerebro lo único malo que podía existir era un tumor. Y si yo me sentía tan mal, ese tumor sólo podía ser maligno y debía quedarme como una semana de vida.

Así que, el tiempo transcurrido entre la orden y los resultados (una semana?) lo usé para cerrar todos los ciclos abiertos, despedirme, en fin ... estar lista para la muerte. Y no me importaba morir. Yo sé que lo que muere es el cuerpo, pero el espíritu tiene vida eterna.

No, la muerte no era mi problema. El rollo era todo lo que quería decir o hacer, ¡que siempre dejaba para más adelante! Las cosas que no había tenido tiempo de decir a mis amigos y familia en Argentina y los libros que quería escribir cuando fuera viejita.

Una vejez que ahora casi tenía la certeza de que nunca llegaría.

Y esa semana cambió radicalmente mi punto de vista sobre la vida. Al punto que hoy día para mí es muchísimo más importante sentarme a tomar un café con mis amigos, hablar de todo y nada, conocer gente nueva, etc. que cualquier otra cosa.

Así, cuando me diagnosticaron esclerosis múltiple en vez del tumor maligno que yo pensaba, casi hago fiesta. Porque pese a lo terrible que puede ser esa enfermedad para la mayoría de la gente, a mí me dio una segunda oportunidad.

De manera que puse manos a la obra y me fui raudamente a Argentina, a manejar el primero de mis dos pendientes: Decir todo aquello que albergaba en mi corazón …

¡Fueron los meses más llenos de magia de mi vida! Me encantaba ver la cara de alguien que no hubiera tenido oportunidad de ver en los últimos 20 años, cuando yo le decía que, por ejemplo, recordaba su amistad entrañablemente.

Eso no sólo me regresaba vida a mí misma, sino a la persona con quien hablaba. ¡Me encantó!!

Así que en julio del año pasado me regresé de Argentina, dispuesta a hacer la segunda y última parte de mis pendientes: escribir. Pero ... ¿por dónde empezar? El arte siempre lo había visto desde el otro lado, el punto receptor. Pero ... ponerme yo en el punto de vista del creador del arte ... ¿cómo hacerlo?

Mientras lo dilucidaba, esa misma semana en que regresé a México, mi marido me invitó a cenar a una café de San Ángel, un lugar bohemio y muy agradable. No era algo a lo que estuviéramos acostumbrados, pero era parte de las "nuevas experiencias" que queríamos vivir. Habrás de saber también que, mi marido y yo estamos juntos desde hace muchos años y, aunque somos diametralmente opuestos, nos compenetramos.

Así que, esa noche, "me arrastró" al Café Corazón, donde se presentaba Alejandro Santiago, que mi marido supuso me gustaría, porque había notado que yo tenía un par de canciones de él, pese a que su tipo de música no era mi fuerte, pues mi máximo es la música celta.

Después del concierto, nos quedamos hablando con él ... ¡hasta las 3 de la mañana! Y en conciertos sucesivos ... nos encantaba esperarlo para ir a tomar algo y conversar. De más está decirte que tanto a mi marido como a mí nos encanta su amistad.

Y hoy a la distancia, sé que no fue casualidad que esa noche nos encontráramos con Alejandro. Su arte me dio vida nueva, me permitió colocarme en el punto de la creación literaria. Él es un maestro; de manera innata puede realizar creaciones maravillosas y eso me permite material de estudio por semanas y semanas, hasta que yo descubro y aprendo cómo hacer las cosas.

Y a través del arte de Alejandro, conocí el de Fran ... ¡otra pieza magistral de estudio! Y los dos, en sus escritos (que es como yo veo sus canciones), me enseñaron a descubrir ¡un montón de cosas maravillosas!!!!!!!

Porque tienes que ser un excelentísimo autor para poder escribir cosas tales como "… la identidad del pueblo y su sabor" o "… entre tus muslos sin cadenas mi boca" (¿habías escuchado una frase tan bella como ésa para describir algo que podría resultar tan burdo?) o "… soy, de tus ojos la mirada fiel, de tu cuerpo un poro de tu piel".

Y gracias a mis maestros (Alejandro y Fran) estoy dándole el toque final a mis primeros tres cuentos, mismos que voy a valientemente presentar en varios certámenes literarios, en este mes de febrero, a ver cómo me va.