No es necesario ...
No es necesario pisotear a alguien cuando comete un error, ni restregárselo en la cara.
La mayoría de la gente, en cuanto se da cuenta de su falta, tratará de subsanarla. Dale esa oportunidad.
Pero hay otros, los menos, que actúan desquiciadamente y, no sólo no rectificarán su error, sino que inician una endemoniada lucha por aplastarte.
Cómo saber quién es quién?
L. Ron Hubbard, escritor y filósofo, nos cuenta en “El manual de Scientology” (© 1996-2003 Iglesia de Scientology Internacional. Todos los derechos reservados):
La mayoría de la gente, en cuanto se da cuenta de su falta, tratará de subsanarla. Dale esa oportunidad.
Pero hay otros, los menos, que actúan desquiciadamente y, no sólo no rectificarán su error, sino que inician una endemoniada lucha por aplastarte.
Cómo saber quién es quién?
L. Ron Hubbard, escritor y filósofo, nos cuenta en “El manual de Scientology” (© 1996-2003 Iglesia de Scientology Internacional. Todos los derechos reservados):
La personalidad antisocial
Existen ciertas características y actitudes mentales que ocasionan que aproximadamente el 20% de una raza se oponga violentamente a cualquier actividad o grupo de mejoramiento. Se sabe que esas personas tienen tendencias antisociales.
Cuando la estructura legal o política de un país se transforma de tal manera que prefiere a personalidades así en puestos de confianza, entonces todas las organizaciones civilizadoras del país sufren supresión, y a esto le sigue una barbarie de criminalidad y opresión económica.
Las personas antisociales cometen crímenes y actos criminales. Comúnmente, los pacientes de las instituciones mentales descubren que el origen de su estado se halla en el contacto con personalidades como estas.
Por lo tanto, en los ámbitos del gobierno, actividades policiales y salud mental, por citar unos pocos, vemos que es importante poder detectar y aislar a este tipo de personalidad para proteger a la sociedad y a los individuos de las consecuencias destructivas que acompañan al hecho de dar rienda suelta a esas personas para dañar a los demás.
Dado que sólo comprenden el 20% de la población, y como sólo un dos y medio por ciento son de verdad peligrosos, vemos que con muy poco esfuerzo podríamos mejorar considerablemente el estado de la sociedad.
Ejemplos muy conocidos, incluso sobresalientes, de ese tipo de personalidad son naturalmente Napoleón y Hitler. Dillinger, Pretty Boy Floyd, dos atracadores de bancos estadounidenses, Christie, un asesino de mujeres inglés, y otros criminales famosos son ejemplos muy conocidos de la personalidad antisocial. Pero con semejante reparto de personajes en la historia, descuidamos los ejemplos menos sobresalientes, y no percibimos que personalidades así existen en la vida real, son muy comunes y con frecuencia pasan desapercibidas.
Cuando buscamos la causa de que un negocio esté fracasando, inevitablemente descubriremos entre sus miembros a la personalidad antisocial trabajando duro.
En las familias que se están desintegrando, comúnmente encontramos que una u otra de las personas involucradas tiene una personalidad así.
Cuando la vida se ha vuelto difícil y se está fracasando, un cuidadoso examen del área, hecho por un observador entrenado, revelará a una o varias de estas personalidades en acción.
Dado que un 80% de nosotros trata de progresar, y sólo un 20% trata de impedirlo, nuestras vidas serían mucho más fáciles de vivir si estuviéramos bien informados respecto a las manifestaciones exactas de dicha personalidad. De esa manera, podríamos detectarla y ahorrarnos muchos fracasos y amarguras.
Por lo tanto, es importante examinar y enumerar los atributos de la personalidad antisocial. Influyendo como lo hace en la vida diaria de tantos, es necesario que la gente decente esté mejor informada sobre este tema.
Una proporción relativamente pequeña de una raza, cerca del veinte por cento, posee características antisociales. Causa problemas, en forma desproporcionada a su número, al ochenta por ciento restante.
Atributos
La personalidad antisocial tiene los siguientes atributos:
1. Habla sólo en términos muy generales. “Dicen...”, “todo el mundo piensa...”, “todos saben...” y expresiones así son de uso continuo, especialmente al difundir un rumor. Cuando se le pregunta: “¿Quién es todo el mundo...?”, por lo general resulta que es una sola fuente; y a partir de esa fuente, la persona antisocial ha inventado lo que pretende que es la opinión de toda la sociedad.
Esto le parece natural, ya que para ella toda la sociedad es una gran generalidad hostil, especialmente contra la personalidad antisocial.
2. Una persona así trafica principalmente con malas noticias, observaciones críticas u hostiles, invalidación y supresión general.
En tiempos pasados se le describió como “chismoso”, “pájaro de mal agüero” o “traficante de rumores”.
Es notable que una persona así nunca transmite buenas noticias u observaciones elogiosas.
3. La personalidad antisocial, cuando transmite un mensaje o una noticia, altera la comunicación para empeorarla.
Detiene las buenas noticias y sólo transmite las malas, que con frecuencia adorna.
Una persona así, también finge pasar “malas noticias” que en realidad son inventadas.
4. Una característica de la personalidad antisocial, y una de las cosas lamentables acerca de ella, es que no responde al tratamiento o a la reforma.
5. Cerca de una personalidad así, vemos compañeros o amigos acobardados o enfermos que, aun cuando no se vuelven realmente locos, se conducen en la vida de manera incapaz, fracasando, sin triunfar.
Esas personas causan problemas a los demás.
Al tratar o educar al compañero íntimo de la personalidad antisocial, éste no tiene ganancia estable, sino que recae con rapidez o pierde las ventajas de su conocimiento, ya que está bajo la influencia supresiva de la otra persona.
Al tratar físicamente a estos compañeros, generalmente no se recuperan en el tiempo esperado, sino que empeoran y sus convalecencias son deficientes.
Es bastante inútil tratar, ayudar o entrenar a personas así mientras permanezcan bajo la influencia de la persona antisocial.
La mayoría de los dementes, lo están debido a estas personas antisociales con las que están relacionados; y por la misma razón, no se recuperan fácilmente.
Injustamente, muy pocas veces vemos realmente a la personalidad antisocial en una institución mental o social; sólo sus “amigos” y su familia están ahí.
6. La personalidad antisocial elige habitualmente el blanco incorrecto.
Si un neumático se pincha por conducir sobre clavos, maldice a un compañero o a algo que no es la fuente causante del problema. Si en la casa de al lado la radio está demasiado fuerte, él patea al gato.
Si la causa obvia es A, la personalidad antisocial inevitablemente culpa a B, C o D.
7. La personalidad antisocial no puede terminar un ciclo de acción. Toda acción sigue una secuencia en que se inicia, se continúa mientras se requiera y se termina como se había planeado. Esto se conoce en Scientology como un ciclo de acción.
El antisocial acaba rodeado de proyectos incompletos.
8. Muchas personas antisociales confiesan abiertamente los crímenes más alarmantes cuando se les obliga a hacerlo, pero no tienen el más mínimo sentido de responsabilidad acerca de ellos.
Sus acciones tienen poco o nada que ver con su propia voluntad; las cosas “simplemente sucedieron”.
No tienen sentido alguno de la causa correcta; y en especial, no pueden experimentar por lo tanto, ninguna sensación de remordimiento o vergüenza.
9. La personalidad antisocial sólo apoya a grupos destructivos, y muestra enojo violento y ataca a cualquier grupo constructivo o de mejoramiento.
10. Este tipo de personalidad sólo aprueba acciones destructivas y lucha contra acciones o actividades constructivas o de ayuda.
A menudo se encuentra que el artista, en especial, atrae a individuos con personalidad antisocial, que ven en su arte algo que debe destruirse, y encubiertamente, “como un amigo”, proceden a intentarlo.
11. Ayudar a otros es una actividad que casi vuelve frenética a la personalidad antisocial. Sin embargo, colabora estrechamente en actividades que destruyen en nombre de la ayuda.
12. La personalidad antisocial tiene un sentido incorrecto de la propiedad y piensa que la idea de que alguien posea algo es un pretexto inventado para engañar a la gente. En realidad, nada se posee nunca.
La razón básica
La razón básica de que la personalidad antisocial se comporte como lo hace, radica en un terror oculto a los demás.
Para una persona así, cualquier otro ser es un enemigo; un enemigo al que se debe destruir en forma encubierta o manifiesta.
La obsesión es que la supervivencia misma depende de “oprimir a los demás” o “mantener a la gente en la ignorancia”.
Si alguien prometiera hacer a otros más fuertes o más inteligentes, la personalidad antisocial sufriría la angustia extrema del peligro personal.
Su razonamiento es que si tienen tantos problemas con la gente que les rodea, siendo esta débil o estúpida, perecerían si alguien se hiciera más fuerte o inteligente.
Una persona así carece de confianza hasta el punto del terror. Generalmente esto está enmascarado y no se manifiesta.
Cuando una personalidad así se vuelve loca, el mundo está lleno de marcianos o agentes del FBI; y cada persona con la que se encuentra, es en realidad un marciano o un agente del FBI.
Pero la mayoría de estas personas no muestra señales externas de locura. Parecen bastante racionales. Pueden ser muy convincentes.
Sin embargo, la lista antes mencionada consta de características que una persona así no puede detectar en sí misma. Esto es tan cierto que si usted pensó que se encontraba en alguno de los puntos anteriores, con toda seguridad usted no es antisocial. La autocrítica es un lujo que la persona antisocial no puede permitirse. Deben tener razón porque, según ellas, están en continuo peligro. Si probara que una de ellas está equivocada, podría incluso hacer que enfermara de gravedad.
Sólo la persona cuerda, bien equilibrada, trata de corregir su conducta.
Alivio
Si eliminara de su pasado mediante búsqueda y descubrimiento adecuado a las personas antisociales que ha conocido, y si luego se desconectara de ellas, podría experimentar un gran alivio.
De manera similar, si la sociedad reconociera a ese tipo de personalidad como a un ser enfermo, al igual que hoy en día aíslan al que tiene viruela, podrían ocurrir recuperaciones tanto sociales como económicas.
No es muy probable que las cosas mejoren mucho mientras se permita que un 20% de la población domine y perjudique las vidas e industria del 80% restante.
Ya que el estilo político actual es el gobierno por la mayoría, entonces debería expresarse en nuestras vidas diarias la cordura de la mayoría, sin la interferencia y la destrucción de los socialmente enfermos.
Lo lamentable de esto, es que estas personas no permiten que se les ayude, y si se intentara hacerlo, no responderían al tratamiento.
La comprensión de estas personalidades y la capacidad de reconocerlas, podría traer un cambio importante a la sociedad y a nuestras vidas.
La personalidad social
El hombre, inmerso en sus preocupaciones, es propenso a la cacería de brujas.
Todo lo que hay que hacer es designar a las “personas que llevan gorro negro” como los malos, y uno puede empezar una masacre de personas con gorro negro.
Esta característica hace que sea muy fácil para la personalidad antisocial producir un entorno caótico o peligroso.
En su condición de ser humano, el hombre no es sereno o valiente por naturaleza; y no es necesariamente malvado.
Incluso la personalidad antisocial, en su forma retorcida, está absolutamente segura de que está actuando para lo mejor y comúnmente se ve a sí misma como la única persona buena que hay, haciendo todo para el bien de todos. El único error en su razonamiento es que si uno mata a todos los demás, no queda nadie a quien proteger de los males imaginarios. Su conducta en su entorno y hacia sus semejantes es el único método para descubrir tanto a las personalidades antisociales como a las sociales. Los motivos que tienen para sí mismas son similares: la autoconservación y la supervivencia. Simplemente procuran conseguirlos de formas diferentes.
Por lo tanto, ya que el hombre no es ni valiente ni sereno por naturaleza, cualquiera tiende, en cierto grado, a estar alerta contra las personas peligrosas; y por consiguiente, la cacería de brujas puede comenzar.
Por eso, resulta aún más importante identificar a la personalidad social que a la antisocial. Así se evita fusilar a los inocentes por mero prejuicio, antipatía o debido alguna mala conducta momentánea.
Se puede definir con más facilidad a la personalidad social mediante la comparación con su opuesta, la personalidad antisocial.
Esta distinción se hace fácilmente y jamás debe idearse ninguna prueba que aísle sólo a la persona antisocial. En la misma prueba deben aparecer tanto el nivel más elevado como el más bajo de las acciones del hombre.
Una prueba que revele sólo a las personalidades antisociales sin poder identificar también a la personalidad social, sería en sí una prueba supresiva. Sería como responder “sí” o “no” a la pregunta: “¿Todavía le pega a su mujer?”. Cualquiera que se sometiera a la prueba, resultaría culpable. Aunque este mecanismo podría haber sido adecuado en los tiempos de la Inquisición, no se ajustaría a las necesidades modernas.
Como la sociedad funciona, prospera y vive sólo por los esfuerzos de las personalidades sociales, es necesario conocerlas, ya que son ellas, y no las antisociales, las que valen la pena. Estas son las personas que deben tener derechos y libertad. Se presta atención a las antisociales sólo para proteger y ayudar a las personalidades sociales de la sociedad.
Todas las normas basadas en el principio de la mayoría, las intenciones civilizadoras e incluso la raza humana, fracasarán a menos que uno pueda identificar y obstruir a las personalidades antisociales, así como ayudar y apoyar a las personalidades sociales de la sociedad. Ya que la misma palabra “sociedad” implica conducta social, y sin ésta no hay sociedad alguna, sólo una barbarie en la que todos los hombres, buenos o malos, están en peligro.
El punto débil que tiene el enseñar cómo puede distinguirse a las personas dañinas, es que estas pueden aplicar esas características a las personas decentes para hacer que se les persiga y erradique.
El canto del cisne de toda gran civilización es la melodía que tocan las flechas, las hachas o las balas que usa la persona antisocial para asesinar a los últimos hombres decentes.
El gobierno sólo es peligroso cuando las personalidades antisociales lo pueden emplear para sus fines. El resultado final es la erradicación de todas las personalidades sociales, y el derrumbamiento resultante de Egipto, Babilonia, Roma, Rusia o de Occidente.
Notará, en las características de la personalidad antisocial, que la inteligencia no es una pista para descubrirla. Son inteligentes, estúpidas o de capacidad media. Por lo tanto, la que es extremadamente inteligente puede ascender a alturas considerables, incluso a la altura de jefe de estado.
La importancia y la habilidad o el deseo de ascender por encima de los demás tampoco son indicios de la persona antisocial. Sin embargo, cuando llegan a ser importantes o a ascender, son bastante visibles por las amplias consecuencias de sus actos. Pero igualmente pueden ser personas sin importancia, o que ocupan cargos muy modestos y no desean nada mejor.
Así, las doce características presentadas son las únicas que identifican a la personalidad antisocial. Y estas doce, invertidas, son los únicos criterios de la personalidad social, si uno desea ser veraz respecto a ellas.
La identificación o designación de una personalidad antisocial no se puede hacer con honestidad y exactitud a menos que en el mismo examen de la persona también revisemos el aspecto positivo de su vida.
Todas las personas que están bajo tensión, pueden reaccionar con arranques momentáneos de conducta antisocial; eso no las hace personalidades antisociales.
La verdadera persona antisocial tiene la mayoría de las características antisociales.
La personalidad social tiene la mayoría de las características sociales.
Así que se necesita examinar lo bueno con lo malo, antes de poder designar verdaderamente al antisocial o al social.
Al revisar asuntos como éstos, lo mejor es obtener testimonios y pruebas muy amplios. Uno o dos casos aislados no determinan nada. Debemos buscar todas y cada una de las doce características sociales y todas y cada una de las doce antisociales, y decidir basándonos en pruebas reales, no en opiniones.
Las doce características primarias de la personalidad social son las siguientes:
1. La personalidad social es concreta cuando relata circunstancias. “Pedro Méndez dijo...”, “el periódico La Estrella informó...”, y proporciona las fuentes de la información cuando es importante o posible.
Puede usar la generalidad “ellos” o “la gente”, pero raras veces en relación con la atribución de declaraciones u opiniones de carácter alarmante.
2. La personalidad social está ansiosa por transmitir buenas noticias, y se muestra poco dispuesta a transmitir las malas.
Es posible que ni siquiera se moleste en transmitir alguna crítica cuando no tiene importancia.
Está más interesada en hacer que el otro sienta que se le tiene simpatía o aprecio, que en conseguir que el otro le caiga antipático a los demás. Y tiende más a errar por dar seguridad que por criticar.
3. Una personalidad social transmite la comunicación sin mucha alteración; y, de omitir algo, tiende a omitir asuntos ofensivos.
No le agrada herir los sentimientos de los demás. A veces yerra al retener malas noticias u órdenes que parecen críticas o crueles.
4. El tratamiento y la reforma funcionan muy bien en la personalidad social.
Aunque las personas antisociales a veces prometen reformarse, no lo hacen; sólo la personalidad social puede cambiar o mejorar con facilidad.
Con frecuencia, es suficiente indicar a una personalidad social una conducta indeseada para que la mejore por completo.
No son necesarios los códigos penales ni el castigo violento para gobernar a las personalidades sociales.
5. Los amigos y compañeros de una personalidad social tienden a estar bien, a ser felices y a tener buen estado de ánimo.
Una personalidad verdaderamente social con frecuencia produce mejoría de salud o éxito con su sola presencia en el área.
Por lo menos, no reduce los niveles existentes de salud o estado de ánimo de sus compañeros.
Cuando se enferma, la personalidad social se cura o se recupera en la forma esperada y responde al tratamiento con buenos resultados.
6. La personalidad social tiende a seleccionar los objetivos correctos para corrección.
Arregla el neumático que está desinflado, en vez de golpear el parabrisas.
Por lo tanto, en las artes mecánicas puede reparar cosas y hacer que funcionen.
7. En general, la personalidad social termina los ciclos de acción una vez comenzados; siempre que sea posible.
8. La personalidad social se avergüenza de sus fechorías y está poco dispuesta a confesarlas; se responsabiliza de sus errores.
9. La personalidad social apoya a los grupos constructivos y tiende a oponer resistencia a los grupos destructivos o a protestar contra ellos.
10. La personalidad social protesta contra las acciones destructivas; apoya las acciones constructivas o de ayuda.
11. La personalidad social ayuda a los demás y se opone activamente a actos que los dañen.
12. Para la personalidad social, la propiedad pertenece a alguien, y evita o desaprueba el robo o abuso de ella.
La personalidad social actúa de forma natural, basándose en el mayor bien para el mayor número de personas y áreas de la vida.
No la persiguen enemigos imaginarios, pero sí reconoce a los enemigos verdaderos cuando existen.
La personalidad social quiere sobrevivir y desea que los demás sobrevivan; mientras que la personalidad antisocial, de manera real y encubierta, quiere que los demás sucumban.
Básicamente, la personalidad social quiere que los demás sean felices y que les vaya bien, mientras que la personalidad antisocial es muy hábil para hacer que a los demás les vaya realmente mal.
Sus éxitos no son un indicio básico de la personalidad social, sino sus motivaciones. Cuando tiene éxito, la personalidad social es, con frecuencia, el blanco de la antisocial, y por esta razón puede fracasar. Pero sus intenciones incluían a otros en su éxito, mientras que la antisocial sólo aprecia la ruina de los demás.
A menos que podamos descubrir a la personalidad social y mantenerla a salvo de la represión inmerecida, y podamos descubrir también a la antisocial y refrenarla, nuestra sociedad continuará sufriendo por la demencia, la criminalidad y la guerra, y el hombre y la civilización no perdurarán.
De todas las destrezas técnicas que existen en Scientology, esa diferenciación está en el lugar más alto, ya que de fallar, ninguna otra destreza puede continuar: pues la civilización, que es la base en que actúa, no estará aquí para darle continuidad.
No aplaste a la personalidad social, y no deje de hacer ineficaz a la antisocial en sus esfuerzos por dañar a los demás.
El simple hecho de que un hombre ascienda por encima de sus semejantes, o asuma un papel importante, no hace de él una personalidad antisocial; el simple hecho de que un hombre pueda controlar o dominar a otros, no hace de él una personalidad antisocial.
Lo que distingue al antisocial del social son sus motivos al hacerlo y las consecuencias de sus actos.
A menos que nos demos cuenta de las verdaderas características de los dos tipos de personalidad y las apliquemos, continuaremos viviendo en la incertidumbre de quiénes son nuestros enemigos; y al hacer esto, sacrificaremos a nuestros amigos.
Todos los hombres han cometido actos de violencia u omisión por los que podrían ser censurados. En toda la especie humana no existe un solo ser humano que sea perfecto.
Pero existen los que tratan de hacer el bien y los que se especializan en el mal; y basándose en estos hechos y características, los puede conocer.
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