La luna...
La luna, tan solitaria en la esfera celeste, de pronto se sintió acompañada. Y admirada.
Acariciada por la tenue sombra de la tierra, durante el eclipse, la luz rojiza de Saturno y la azulada de Sirio fueron sus escoltas.
Millones de ojos la admiraban desde la tierra.
Súbditamente supe que sintió nuestra compañía... mostrándonos su deslumbrante brillo...
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