Historias de mi vida
Mi cabello, al igual que muchas cosas en mi vida … tiene su historia (uyyyyy!! De pronto me sentí taaaaaaaaaannnn vieja).
Érase una vez una hermosa princesita a quien su padre, el rey de ese bellísimo reino, concedía todos sus gustos y deseos. Juntos pasaban momentos maravillosos y al rey le daba enorme placer acariciar los largos cabellos de su hija.
Pero un día, el rey enfermó y la muerte se acercó rápidamente … el rey … murió.
Fue entonces cuando la princesita quedó a la merced de los deseos de su madre quien, harta de tener que acicalarle el cabello diariamente (y del llanto y gritos de la princesa) … la llevó a la peluquería de la esquina e ¡hizo que le cortaran el cabello!! … ¡con una máquina cero!!
Los primeros días, aunque era verano, sentía como que una brisa recorría mi cabeza. Era algo muy chistoso.
El nuevo “look” en cierta manera coordinaba con mi “estilo de vida”: con mis amigas, nos veíamos en el colegio y … ¡éramos unas santas! Mis vecinos, en cambio, … eran niños en su mayoría y jugábamos tan brusco, que ninguna otra niña se quería unir al grupo. Así que siempre vestida con mameluco y cabello tan cortito … me decían “¡Hey! ¡Niño!
… Un amigo de esa época solía decirme que yo tenía ... ¡menos gracia (sheito) que trote de vaca!
Pero, de alguna manera, se gestó en mí la idea de que, cuando pudiera decidir por mí misma … ¡tendría el cabello larguísisisimo!!
Y así fue … La foto que ven aquí muestra el largo de mi cabello (rizado y hasta la cintura) por años, años y años …
… hasta que el año pasado se me ocurrió cortármelo corto, con gran dolor para mi estilista, ¡quien sentía idolatría por mi cabello! ... casi se le salían las lágrimas cuando lo estaba cortando.
Me costó acostumbrarme, pero ya lo he logrado. Mi marido todavía no, no se acostumbra a verme con el cabello corto … ¡no le gusta!
Y ... tal vez lo deje crecer nuevamente, pues ... ¡siento que no soy yo! ... jeje ...
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