Eterno compañero...
Maestro … eterno compañero.
Tu sonrisa aparece cuando te invoco, o cuando menos te espero.
Pero no ya los mensajes.
Otros rostros, otros pensamientos son sus portadores. Los mensajes se reflejan en personajes de carne y hueso frente a mis ojos.
Las señales con que me abordaste tantos meses atrás y que parecían tan impenetrables, se tornan manifiestas y claras, cobran sentido, se vuelven mías.
Debo reconocerlo … muy buena táctica para provocar en mí el conocimiento vivencial. Indiscutiblemente … ¡eres excelente maestro!
Tu sonrisa aparece cuando te invoco, o cuando menos te espero.
Pero no ya los mensajes.
Otros rostros, otros pensamientos son sus portadores. Los mensajes se reflejan en personajes de carne y hueso frente a mis ojos.
Las señales con que me abordaste tantos meses atrás y que parecían tan impenetrables, se tornan manifiestas y claras, cobran sentido, se vuelven mías.
Debo reconocerlo … muy buena táctica para provocar en mí el conocimiento vivencial. Indiscutiblemente … ¡eres excelente maestro!
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