jueves, octubre 26

No lo esperaba ...


No lo esperaba … pero me convocaste.

Como siempre … un estremecimiento recorrió mi alma al reconocer tu voz.


Como siempre … me inundó una alegría indescriptible cuando susurraste en mi oído tus palabras y tu risa.

Lo que no sucedió como siempre … no lloré, como lo he hecho cada vez que me seduces para decirme que prolongas mi agonía por varios días más.

Y no lo hice porque ahora entiendo, sé lo que la vida está haciendo con nosotros, sé que nos está dando la oportunidad de aprender las lecciones pendientes, para que nuestra reunión final sea el portento que tanto hemos anhelado.